Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Y elige muy bien la compañía, porque eso es algo que sí que puedes elegir. Ella, como una persona más, se unió a mi camino y comenzó a caminar a mi lado, dándome su mano. Compartiendo sus cosas con las mías. Compartiendo su vida con la mía. Consejos ante problemas. Sonrisas ante lágrimas. Apoyo frente al llanto. Miradas cómplices; nuevos códigos, nuevos momentos. Charlas hasta altas horas de la noche. Risas continuas sobre cosas tontas e insignificantes... pero que con ella tienen un sentido especial.
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